El asalto a la razón
Carlos Marín
Se dice que quien mal empieza, mal acaba, pero aunque comienza de manera descaradamente marrullera, Andrés Manuel López Obrador quiere acelerar su carrera por la Presidencia con el mismo recurso que le resultó exitoso en la delegación Iztapalapa: el de la juanitización de su precampaña.
Puesto que no puede hacer precampaña con spots de los tiempos oficiales, aunque sí (viva la libertad de expresión) aparecer en entrevistas periodísticas, planteó ayer a los dirigentes de los tres partidos que lo apoyan (PRD, PT y ex Convergencia) que se inscriban como “precandidatos” para utilizar, en esa falsa condición, la prerrogativa que le está impedida como candidato único.
No obstante, lo menos que se le puede reconocer a López Obrador es su extraordinario cambio de actitud, no solamente cuando habló en el acto en que resultó el mejor para ser postulado por la izquierda partidista, sino anoche con Joaquín López-Dóriga, ante quien se mostró amable y conciliador.
No faltarán los ultras que dirán ahora que AMLO “se entregó a Televisa...”.
Puesto que no puede hacer precampaña con spots de los tiempos oficiales, aunque sí (viva la libertad de expresión) aparecer en entrevistas periodísticas, planteó ayer a los dirigentes de los tres partidos que lo apoyan (PRD, PT y ex Convergencia) que se inscriban como “precandidatos” para utilizar, en esa falsa condición, la prerrogativa que le está impedida como candidato único.
No obstante, lo menos que se le puede reconocer a López Obrador es su extraordinario cambio de actitud, no solamente cuando habló en el acto en que resultó el mejor para ser postulado por la izquierda partidista, sino anoche con Joaquín López-Dóriga, ante quien se mostró amable y conciliador.
No faltarán los ultras que dirán ahora que AMLO “se entregó a Televisa...”.
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