Por favor discúlpeme porque hoy, en lugar de escribirle de series, telenovelas, coberturas especiales o estrenos, me voy a meter con un asunto que me tiene verdaderamente asustado: el supuesto robo a Juan Manuel Márquez.
Y es que esto ya se está saliendo de toda proporción, nos está dejando enseñanzas profundamente nocivas, se está aprovechando para otras cuestiones y quién sabe en lo que vaya a acabar.
En el remoto caso de que usted no sepa de lo que le estoy hablando, el sábado pasado se llevó a cabo en Las Vegas una pelea de box entre el filipino Manny Pacquiao y el mexicano Juan Manuel Márquez.
Era una pelea muy esperada, muy comercializada, muy importante. ¿Me creería si le dijera que, ya, en el colmo de la explotación, Márquez y Pacquiao terminaron cantando en “La academia 2011”?
Para no hacerle el cuento largo, el mexicano perdió y, como cosa curiosa, el comentario, ahí mismo, en la cobertura de la pelea, fue que se trató de un robo, que a Márquez le robaron la victoria.
Yo, la verdad, como me la paso viendo los patéticos arrebatos patrioteros de la televisión mexicana, no le di mayor importancia.
Perdimos, y a esa derrota había que sumarle la de Caín Velásquez en la UFC, el triste paquete de imágenes sobre la muerte de José Francisco Blake Mora y más, mucho más.
En resumen, pura depresión. Para mí, como crítico de televisión, la nota no era Márquez, la nota era que Azteca 7 no nos transmitió la pelea en vivo lo cual se me sigue haciendo injusto, imperdonable, tremendo.
¿Pero qué ha sucedido después? Todo. Por un lado, la prensa especializada se la ha pasado mencionando el robo a Márquez. Y por el otro, todos los canales, no sólo los de Azteca, han hecho lo mismo.
Hasta en los programas de espectáculos, los conductores no han parado de hablar de box, de las reglas y de los puntos.
Prácticamente todos los medios están exigiendo que se le quite la victoria a Pacquiao, que se reconozca a Márquez y han dicho unas barbaridades de antología.
Que si Pacquiao ganó porque en Las Vegas lo que manda es el dinero, que si a los mexicanos siempre nos pasa lo mismo.
¡Bueno! ¡Ya! ¡La cúspide del horror! En los noticiarios se han presentado reportajes especiales sobre mexicanos víctimas de injusticias deportivas y los canales que no están produciendo programas especiales sobre eso, los van a estrenar en estos días.
Hablar mal de Pacquiao se ha convertido en uno de los negocios más redituables de la industria. Por aquí se burlan de él. Por allá lo cuestionan hasta como cantante.
¡Basta! ¿Qué acaso nadie se da cuenta de todo lo que hay detrás de este fenómeno?
Miles de personas se la pasan criticando a la televisión por acabar con la carrera de determinados políticos, por exigir la cabeza de equis o ye persona y hasta por arruinar los negocios de ciertos empresarios.
Lo que estamos viendo con Pacquiao es exactamente lo mismo, un linchamiento mediático. ¿Se vale? ¿Qué acaso ese tipo de cuestionamientos no le corresponde a otra clase de instancias?
La televisión no es un tribunal de justicia y esto incluye a la justicia deportiva. Y que no nos salgan con el cuento del amor a la patria, los valores y la defensa de México.
Periodismo es periodismo, no nacionalismo. Si lo que queremos es que el deporte mexicano realmente crezca, lavándole el cerebro a la gente programándola para que piense que un atleta, por el puro hecho de ser paisano, merece apoyo incondicional, estamos en problemas.
A mí lo que me tiene francamente aterrado es el mensaje que este escandaloso ejercicio de presión mediática nos está dejando.
El supuesto robo a Juan Manuel Márquez nos está enseñando a no aceptar las derrotas, a cobijarnos en nuestras preferencias personales para cuestionar a la autoridad, nos invita a la anarquía y al odio, a anteponer cualquier tipo de interés a la decisión oficial. ¡Es un problema!
¿Con qué cara le pedimos a los políticos que acepten sus derrotas si aquí, en algo que se nos mete tan en el alma como las pasiones del deporte y los espectáculos, promovemos lo contrario?
¿Con qué fundamentos le exigimos a la gente que respete a la autoridad si aquí, en algo que le llega por igual a pobres y a ricos, a hombres y a mujeres, a jóvenes y viejos, el mensaje es: no respetes, salte con la tuya?
Las grandes lecciones no se dan en los grandes eventos como las elecciones presidenciales o las guerras empresariales, se van dando poco a poco en pequeños estímulos como las telenovelas, los partidos de futbol y las peleas de box.
Qué preocupante lo que está pasando aquí porque México está viviendo uno de los momentos más difíciles de su historia, porque venimos de las elecciones de Michoacán, porque vamos hacia la grande y porque con enseñanzas como ésta quién sabe lo que vaya a pasar cuando se publiquen los resultados. ¿O usted qué opina?
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